Fotografía: Elvira Piedra |
Hoy os quiero contar una aventura que tuve el pasado año, en la que me vi envuelto por casualidad y de forma sorpresiva.
Comencemos por el principio y remontémonos unos cuantos años atrás en mi historia. Hace unos 3 años decidí probar suerte en esto de los eventos de arte que seleccionan gente para formar parte de un selecto elenco de artistas, con los que crear una exposición extensa en material, estilos y puntos de vista. Vamos, que el marketing del evento, es eficiente.
Muy bien, probé un par de años seguidos a enviar mi candidatura (ilustración y fotografía en años alternos), quedando fuera de la selección «No pasa nada, no estaré a la altura del evento» pensaba yo, consolándome y pasando a otra cosa mariposa ¿No? Total, peces hay mil en el mar y no tengo porque ser el indicado para nada en especial.
Muy bien, después de varias intentonas como ya comenté anteriormente, desistí de volver a participar porque le perdí el interés al evento en concreto. ¿Qué más da? No estaba a la altura, ya me parecía ridículo seguir perdiendo mi energía en algo tan irrisorio.
No obstante, flipaba, eso si, no lo vamos a negar, con el hecho de que, de tantísimos artistas que supuestamente se presentan cada año, siempre entraran o los mismos, o muy similares en obra y estilo. Lo que empezaba a dejar una mosca zumbando detrás de mi oreja.
Este pasado año, no fui yo, sino mi pareja, quien quiso que participara. Se tomó las molestias de ser ella misma quien gestionara todo el tema y contactar con el responsable del evento para hablar y demás. Y al final, entré este pasado año, de refilón porque fui prácticamente el último anunciado, así que fue una sorpresa ya que estaba convencidísimo de que habíamos hecho el gilipollas.
Llega el día del montaje y tiro al sur junto a mi chica y otra amiga artista que también participaba, para aprovechar el viaje. Llegamos al "lujoso" Baobab Suites (Costa Adeje) donde se va a celebrar el evento para disponernos a montar. Nos encontramos una recepción caótica con artistas vagando como pollos sin cabeza y otros peleando con los sistemas de sujeción para las obras, que eran "pettite calité".
Buscamos al organizador del evento y nos dice que nos toca esperar porque tenemos gente delante, que si queremos, hay una cafetería en la planta superior y podemos tomar un café. «Maldita la puñetera hora...» el alto standing no es mi rollo y que me sablen 5 EURAZOS por un puto café es algo inconcebible para mí. Pero bueno, es lo que hay, sabíamos donde estábamos, pero no hasta que punto.
Al volver abajo a la recepción, nos encontramos con la agradable sorpresa de que tienes que recoger un turno (si, como en la carnicería) para el montaje por lo que el orden de llegada se lo pasan un poco por el forro de las pelotas y se nos estaba metiendo gente delante. Llegar a las 17 horas y acabar a las 21,30h. es para cagarse en su puta madre ¿O no? «Empieza bien el asunto, si señor»
"Hacer el primo para esperar tu turno, se sale... ¿O no Elvira?" Fotografía: Tamy Rial |
Ya la aventura prometía alegrías para todos los públicos. No contentos con la mierda de sistemas de sujeción que pusieron (podías elegir entre unos lujosos cables de acero con enganches de rosca o hilo de bala «¡OSS... SABOR!») iban asignando huecos un poco al tuntún sin ningún tipo de juicio estético para la armonía de la exposición. Porque ya hay que tener pelotas para ubicar a dos artistas de misma especialidad y con criterios estéticos similares compartiendo el mismo espacio.
No pasa nada, nos estamos mentalizando muy negativamente con el evento. Vamos a esperar a la inauguración, fijo que estará bien. Pues ni más equivocado podía estar. Si ya estábamos flipando con la desorganización del evento el día del montaje, más que para flipar, la inauguración ya era un documento surrealista.
Eso sí, el despliegue de lujos fue lo más: photocall con todos los sponsors, música en vivo y NI UNA TRISTE BOTELLA DE AGUA. ¿En serio?
«Montas un pitote del demonio que estuvo meses dando por saco en los medios, en las redes sociales, lo vendes como la panacea, NOS CLAVAS 35€ POR CABEZA a los participantes en concepto de gastos para el evento, que se aclaraba que serían para las placas individuales de artista (donde iría la biografía al lado de las obras) y todos los materiales empleados ¿y nos encontramos con que la placa no es más que un folio plastificado y todo aquel festín de alambres y cuerdas de la ferretería la sujeción? ¡¡Venga hombre!!»
Gran placa esa ¡Un lujo! |
Y el día de la inauguración, si querías beber aunque sea agua para no estar seco en aquel secarral ¿tienes que pagarla?
«Te montamos la fiesta, porque sin artistas no sería nada ese evento ¿Y tratas a la gente así? Eso es de no tener puta vergüenza. Cualquier gasto generado aquel día, por leve que fuera, ya era una pasta. Y no contentos con eso, cualquier acto relacionado con el evento y artistas, como la clausura y demás, eran cenas en restaurantes pijos del Sur (a los que lógicamente no acudí) ¿Estamos locos de la cabeza o que?»
Desde luego, si una cosa me quedó clara ese día, es que el descaro y la elegancia van cogidas de la mano, porque tiene huevos que nos pidan un dinero para participar y que haya sido una desvergüenza lo que nos encontramos allí.
Probablemente sea de los pocos que se quejen del evento o que lo hayan visto como una soberana risa en su puta cara (porque parece que muchos iban sobrados y el arte es un juego), pero es que tengo el culo partido ya de exponer en sitios y haberme encontrado de todo, como para asumir que cuando se te pide pasta por participar en un evento, y además, no lo ponen en las bases, sino en las condiciones que te llegan tras ser seleccionado (que ya tiene cojones porque eso es de zorro), lo mínimo que esperas es buen trato como participante y unas comodidades por mínimas que sean para la ejecución y buena presentación, pienso yo.
De seguro se me queden cosas en el tintero, pero ya han pasado meses del entuerto este, y esperé a que se me enfriara un poco el amargo sabor que me dejó tal experiencia. Desde luego, no volvería a repetir, ni regalado.
Y ya como última anotación: «Hagan el favor de ser más variaditos con el repertorio de participantes, que apesta a amiguismo, como todo lo que sucede en pequeños lares con complejo cosmopolita».
FIN